¿LA LECHE provoca mucosidad?
¿HAY realmente un vínculo entre los lácteos y la producción de MUCOSIDAD?

Mucha gente afirma que la leche de vaca empeora la sintomatología de sus resfriados. ¿Es real que un alimento como la leche pueda provocar dichos efectos en patologías respiratorias?
La leche de vaca es un alimento de alto valor nutritivo que mantiene un buen equilibrio entre sus macronutrientes. Es cierto que en función de la alimentación de la vaca y el tratamiento de la leche, su contenido nutricional puede variar. Es una de las principales fuentes de calcio, el cual absorbemos de forma más completa gracias a su vitamina D y la lactosa. También contiene fósforo, magnesio, potasio, cinc y yodo.
Encontramos en buenas cantidades las vitaminas B1, B2, B3, B12, A, D y E. En la leche desnatada perdemos en casi su totalidad las vitaminas A, D y E, pero generalmente se les añade a posteriori.
El 80% de sus proteínas son de lenta absorción, mientras que el 20% de absorción rápida (recomendadas en post-ejercicio). Pero no hay duda de que sus proteínas lácteas son de alto valor biológico.
Su principal hidrato de carbono es la lactosa (4-5g a los 100ml). Contando que un vaso son 250ml, estaríamos tomando de 10-12,5g de HC/vaso.
La composición grasa de la leche está representada mayoritariamente por triglicéridos, fosfolípidos y lípidos insaponificables, carotenoides, antioxidantes y ácido linoleico conjugado, éste con posible acción anticancerígena.
Valor nutricional medio.
- Leche entera 66 kcal/100 ml, 3,8 g de grasa, 3,1 g de proteína y 4,7 g de HC.
- Leche semidesnatada 48 kcal/100 ml, 1,6 g de grasa, 3,5 g de proteína y 4,8 g de HC.
- Leche desnatada 37,5 kcal/100 ml, 0,2 g de grasa, 3,9 g de proteína y 4,9 g de HC.
El gran dilema generacional
¿Es realmente cierto que la leche nos causa una mayor producción de mocos y empeora los síntomas en problemas respiratorios como los resfriados?

Lo cual demuestra que la gran mayoría de la población, que abarca a esta encuesta, cree que la leche sí tiene que ver con el empeoramiento de su sintomatología en los problemas respiratorios como el resfriado.
LO QUE DICE LA CIENCIA AL RESPECTO:
Se hizo un estudio, entre dos grupos de personas, con leche de vaca y leche de soja ambas tratadas para que tuvieran el mismo sabor. Ninguno de los grupos sabía qué leche estaban consumiendo. Se observó que, en un total de 125 adultos a los que se les daba de beber leche de vaca o de soja (placebo), hubo un aumento de la mucosidad, por lo que no podemos culpar a la leche de vaca de tal efecto. A los 125 adultos se les pasaba una encuesta antes de la bebida, 5 minutos después, 4 horas después y al siguiente día. La encuesta les proporcionaba conocer sus sensaciones sobre síntomas respiratorios como la tos, la mucosidad, la dificultad respiratoria, etc. Ambos grupos aumentaron los síntomas de la garganta, pero sin diferencias entre los que tomaron leche de vaca y los que lo hicieron con leche de soja.
Un total de 60 voluntarios entre 18 a 35 años se ofrecieron a realizar un estudio dónde se les introducía el virus para provocar un resfriado. Se evaluó la cantidad de moco en gramos, la sintomatología rinofaríngea y respiratoria relacionada con su ingesta de leche durante 10 días. Se mostró que la cantidad de moco no variaba en función de la ingesta de leche, pero curiosamente los que creían que la leche producía mocos tenían más congestión nasal, pero sin aumento de la mucosidad.
Mediante estudios con asmáticos podemos concluir que la leche no empeora la sintomatología después de su ingesta. Estos estudios se valoraron mediante espirometrías que calculan numerosos indicadores respiratorios con fiabilidad.
En un estudio realizado en Australia se mostró una encuesta dónde 70 personas afirmaban que la leche producía mocos y 99 personas que no los producía. Se preguntaron por los síntomas que tenían después de beber un vaso de leche.
Resultados del total de personas que SÍ lo creían frente a los que NO:
- Afirmaban tener Carraspeo: 84% del total que SI frente a 20% de los que NO.
- Goteo nasal: 33% del total que SI frente a 1% de los que NO.
- Nariz tapada: 30% del total que SI frente a 1% de los que NO.
En una encuesta anónima a 330 padres que acudían a una consulta médica pediátrica en Estados Unidos, se les pedía su opinión sobre la relación entre mocos y leche. Se observó que:
- El 58,5% creía que beber leche aumentaba la mucosidad.
- Un 21,8% que no aumentaba la mucosidad.
- El 19,7% estaba indeciso.
Dentro de ese 58,5%, la información era muy dispersa:
- Un 30,1% provenía de algún miembro de la familia.
- Un 9,8% del pediatra.
- Un 18,7% de otros médicos.
- Un 30,6% no sabía de dónde había sacado la información.
Del total de padres, la mitad evitaba dar leche a sus hijos cuando estaban enfermos, sobre todo los que creían en ello.
- El 67% de los que creían que la leche provocaba mocos.
- Y el 28% de los que no lo creían.
CONCLUSIONES
- Espero haber informado tanto a los acertados, a los equivocados, como a los dubitativos. La evidencia científica nos enriquece de conocimiento, de mucha credibilidad. El conocimiento nos lo da personas que dedican su vida a buscar respuesta a muchas de las preguntas que nos hacemos. Yo no puedo ser tú. Es más probable creerse una respuesta que ha valido millones de euros en investigación. ¿No crees?
- La gente que piense que la leche provoca mucosidad, manifiestan tener más sintomatología respiratoria que las que no lo creen. Claramente el aumento de mucosidad juega un papel más psicológico (placebo) que alimenticio.
- La evidencia nos dice que la leche no aumenta la mucosidad en personas sanas ni altera las pruebas funcionales respiratorias en asmáticos.
- Restringir la ingesta de este alimento a nuestros hijos no tiene sentido alguno. Por lo contrario reduciríamos notablemente una fuente de calcio o de vitamina A y D, y si no se tienen en cuenta los reemplazos alimenticios para obtener estos nutrientes mediante una dieta compensatoria, estaríamos cometiendo un error.
- Al final hay que hacer caso a los que más saben, y parece ser que la leche está lejos de provocar eso que nos hace evitarla. Así que, no tenemos motivo para alejar este alimento de nuestra dieta, sino cambiar nuestra mentalidad.
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